Previamente hablé sobre las diferencias entre el entrenamiento tradicional y el entrenamiento denominado positivo. Parte de las bases del entrenamiento tradicional es que hay que enseñarle al perro quien manda, quien es el líder.
Y si bien, es verdad, el perro debe saber que el dueño manda, así como un niño debe saber que sus papás son quienes ponen las reglas; no es necesario hacer rituales para que el perro comprenda que el humano manda.
Por rituales me refiero a: pasar antes que el perro por las puertas, comer primero, voltearlo con la espalda sobre el piso hasta que acepte que el humano es su líder.
Por el contrario, hay alternativas mucho más fáciles y seguras para que el perro entienda que hay reglas que debe respetar. Por ejemplo, ¿qué importa si el perro atraviesa la puerta primero, si ha esperado a que yo lo autorice a entrar o salir? Ve este video.
Lo mismo para la comida, hay que enseñarle al perro a esperar por su comida, mejor aún que trabaje por la comida, usar su comida como premios y enseñarle cosas mientras lo vamos premiando, como lo muestran aquí.
El perro entenderá que el humano manda si las reglas son claras y sobre todo, si se le enseña que todo lo bueno depende del humano, que el humano controla todos los recursos importantes (comida, juguetes, paseo, diversión), entonces, en lugar de que lleguemos al área segura y de inmediato se le quite la correa al perro para que corra, primero le pedimos que se siente, se quede quieto, retiramos la correa y hasta que se le da permiso entonces puede correr.
Cuando no se controla su ambiente y el perro va descubriendo que él puede obtener esos recursos tan importantes cuando quiera (por ejemplo, cuando se le deja la comida todo el día para que él coma cuando tenga hambre), entonces no tendrá necesidad de trabajar por obtenerlos, verá que sus recursos están disponibles y que no depende del humano que él tenga acceso a ellos.
En pocas palabras, el perro entenderá que el humano manda si se da cuenta que su vida, su comida, su diversión y todo lo importante lo controla el humano. Y entonces no hay necesidad de hacer rituales de dominancia que estresen al perro y que puedan salirse de control.